Monterrey, Nuevo León, 17 de enero de 2020. Tras posar la mirada sobre las fotografías de Roberto Ortiz Giacomán, montadas en la exposición “Sombras en el paisaje” en el Centro de las Artes Nave Uno, Eugenio, Elena y Enrique Espino Barros Robles no tuvieron más que expresiones de elogio para el autor, quien además es amigo de la familia y ferviente admirador de la obra de su padre, Eugenio Espino Barros y Rebouche.
 
Su visión es muy particular sobre las fotografías ahí expuestas, pues ellos, de niños y durante el transcurso de su vida, hicieron muchos recorridos con su padre, como los que hizo Ortiz Giacomán para lograr las magníficas vistas desde las montañas.
 
Hoy fue un viernes especial en la cotidianidad del espacio cultural de CONARTE, pues ellos tres, guiados por el propio Ortiz Giacomán transitaron por los espacios de exposición.
 
Se detuvieron frente a algunas de las obras que refieren a las montañas captadas por Ortiz Giacomán y vertieron comentarios muy certeros sobre las locaciones que, incluso, fueron las mismos que ellos visitaron con su padre de pequeños.
 
Cada apunte de Ortiz Giacomán, menciones sobre la manera de llegar a tal lugar captado en la fotografía, hizo recordar a los descendientes de Espino Barros y Rebouche aquellos días en el Monterrey de antaño.
 
“Para mí es como volver a vivir”, afirmó Elena Espino Barros Robles, quien aparece en una de las fotografías de su papá, en el segmento llamado “Parpadeos”, en el que se puede ver un comparativo del paisaje de antaño y el captado por Ortiz Giacomán.
 
“Y eso que yo siento de tanto cariño por todo lo que papá hacía quisiera también que con los años lo fueran transmitiendo a todas las nuevas generaciones, que haya ese acervo tan importante para que los que sepan apreciar el arte, lo puedan vivir como nosotros lo vivimos, en familia”.
 
Recordó que esas excursiones de Espino Barros y Rebouche se convertían en días de campo. Hizo memoria y también rememoró el momento en que pasearon por la calle Hidalgo desde la Quinta Calderón.
 
“¡Todos nosotros le ayudamos a papá de niños!”, añadió Eugenio Espino Barros Robles, muy entusiasmado.
 
El legado del fotógrafo Eugenio Espino Barros y Rebouche se resguarda en las bóvedas de la Fototeca Nuevo León, y algunas de esas fotografías son referidas en algunas partes del guion de la muestra “Las Sombras en el Paisaje”.
 
“Desde que conocí yo a Roberto Ortiz y su trabajo no pude de dejar de venir a ver la exposición, porque aprecia mucho la labor de mi padre, aparte de eso nos tiene mucho cariño. Pero me dio una sorpresa extraordinaria, porque la exposición es magnífica, por todos lados, y él está en la vanguardia en este trabajo. Es una persona a la que se le debe reconocer. Que toda la gente venga, pues hay mucho conocimiento, es el hacedor de una imagen interesantísima. Está el talento y el amor a la fotografía y a la ecología”, expresó Eugenio.
 
Sobre el hecho de estar en el lugar donde se conservan las fotografías de su padre, el Centro de las Artes Nave Uno, Enrique Espino Barros Robles, reconoció que se trata de una labor digna de reconocerse.
 
“Considero yo que es muy importante la labor de CONARTE porque son personas que están preparadas para mantener y conservar toda la riqueza gráfica que hay en la región y sobre todo la obra de los principales fotógrafos que, en diferentes épocas, han tomado las fotografías de las cosas más importantes, de las obras más importantes, de los acontecimientos, del crecimiento de la ciudad, el cual es sorprendente.
 
“Yo recuerdo, cuando llegamos a Monterrey en 1930, me parece que tenía como 150 y tantos mil habitantes, y recuerdo muy bien en 1942 que, como un gran acontecimiento, salía en los periódicos a ocho columnas que ya había en Monterrey 200 mil habitantes, que era una cantidad enorme para esa época. ¿Y cuántos somos ya ahorita? Yo creo que ya el área metropolitana tendrá por lo menos 5 millones de habitantes”, expuso Enrique Espino Barros Robles, al referirse al crecimiento extraordinario que Monterrey ha experimentado en las últimas décadas.
 
La situación en la ciudad de entonces era distinta, pues antes se podía ir a pie de la Plaza Zaragoza a la Calzada Madero, como lo más distante, y hoy no se puede ni transitar en las calles.
 
“Entonces, todo eso ha quedado registrado en imágenes fotográficas y la labor muy importante de CONARTE es la de conservar esa historia y mantenerla viva para que en cualquier momento cualquiera pueda utilizar esas imágenes para ilustrar libros, escritos, memorias de alguna empresa, de las familias o simplemente de las calles de Monterrey”, mencionó Enrique.