24 de mayo de 2020
Información No. 91
Carlos González Rodríguez, cronista de San Pedro Garza García, participa en la sesión sabatina de Crónicas Municipales del COVID-19, en la que señala que el confinamiento lleva a una crisis económica y ella, a su vez, a un desajuste en la comunidad
Monterrey, Nuevo León. La difícil situación económica por la que pasan muchas familias, derivada de la pandemia del COVID-19 puede transformarse en desorden social, advirtió ayer Carlos González, cronista de San Pedro, Garza García.
“El sufrir una crisis económica, las familias que no tienen nada para comer ese día y que no pueden salir a trabajar, origina otro tipo de problemas que también tenemos que advertir: el desorden social”, expuso González.
Ello lo expuso en su participación en la actividad virtual Crónicas Municipales del COVID-19, que ayer transmitió en vivo el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León a través de su página de Facebook.
No es posible, agregó el cronista, que se mantenga la economía en ese nivel. Muchas personas enfrentan el problema de la subsistencia, y eso se está viendo todos los días.
El arquitecto Sergio Rodríguez, jefe de Proyectos Municipales de CONARTE sostuvo un diálogo con González, quien es también presidente fundador del Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León A.C. Israel Cavazos Garza.
“La gente ya está saliendo de sus casas, se contagien o no. La situación es insostenible para muchas familias. Muchas personas traen el problema de la subsistencia”, expuso el destacado historiador.
“El acalde de San Pedro, Miguel Treviño Hoyos está recomendando muchas condiciones especiales para la reactivación económica: que si las actividades se van a realizar sean al aire libre, si es en espacio cerrado, que sea con la sana distancia entre las mesas o a la mitad de su capacidad, que se realicen de forma muy efectiva todas las medidas sanitizantes que se ha dictado para disminuir el riesgo de contagio”.
Las epidemias que han impactado San Pedro en la historia
“La viruela, el cólera y todas esas epidemias que impactaron a Monterey también llegaron a San Pedro. Las familias que aquí radicaban desde tiempos de la Colonia, eran parte importante de la ciudad de Monterrey”, manifestó el cronista sampetrino.
“Lamentablemente, los registros sobre todo las defunciones se manejaron en tiempos de la Colonia fueron a través de lo eclesiástico, además, no era obligatorio llevar este registro, entonces falla en muchos años y batallamos para poder precisar, casi todo el conocimiento es en torno a Nuevo León y la ciudad de Monterrey.
“Sobre lo que pasó con la viruela, el cólera y la influenza en la ciudad de Monterrey se ha escrito bastante sobre ello, y eso nos lleva a pensar de qué manera resolvían las contingencias los primeros pobladores. Entre lo que he investigado, en índices de causas criminales se registra quién podía servir como médicos, se les conocía como prácticos, y además cortaban el pelo, sacaban muelas y hacían pequeñas cirugías; ellos servían como médicos en esta comunidad que apenas de se desarrollaba”, explicó.
Es a partir fines del siglo 18 y principios del siglo 19, dijo, cuando ya se comienza a advertir la presencia de algún médico, a través de la última epidemia que se da a fines de siglo 18. La atienden los curas, frailes, que eran los que conocían y lo hacen en lo que se puede considerar como hospital o centro de atención para enfermos.
Hay que tener presente, comentó, que en estos tiempos no era tan fácil la comunicación por tierra, entonces las epidemias llegan a través del mar, al Puerto de Rosario, por las personas, cargamentos y esclavos negros que traían algún contagio y contagiaban a la comunidad, no había medias preventivas.
“Y me llama mucho la atención cuando lees sobre la farmacopea del México prehispánico, todo lo que aporta a la medicina mundial y lógicamente sirvió; como remedios naturales funcionaron muy bien en esta época de crisis de la Colonia y del Nuevo León independiente con sus haciendas y poblaciones que estaban aisladas entre sí”, señaló.
El agua potable llega en los años 50. Antes se usaban las norias, y para purificar el agua se emplearon los filtros de piedra volcánica. En las casas existían unos conos donde se vertía el agua y goteaba; era el agua más potable que se tenía.
“Es importante decir que no había muchas enfermedades gastrointestinales, incluso había gente que la tomaba directa de la noria, era agua muy pura. El organismo se defendía solo, no había tanto enfermo, y el agua era esa, ahora está muy contaminada”, señaló.
Carlos González Rodríguez es cronista, abogado, educador y periodista. Es Presidente fundador del Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León y Director propietario del Instituto de Enseñanza Técnica y Administrativa del Norte, A.C.
Desde 1986 es cronista de San Pedro Garza García, cargo honorífico a partir del cual fomenta el rescate de la historia y la cultura. Ha publicado diversos libros como: Galería de los alcaldes (1987), De Nogales a San Pedro (1991), San Pedro de los Nogales (1993), Un tiempo, un sueño, una vida (1996), Monterrey 2000: ayer y hoy, Desde el Valle de San Pedro (2003), San Pedro ayer y hoy (2006), entre otros. Por sus méritos ha recibido los galardones Medalla Capitán Alonso de León, Medalla Celso Garza Guajardo, Medalla José P. Saldaña, Medalla Tricentenario de la Ciudad de Lampazos, Medalla Israel Cavazos Garza, Medalla Mónica Rodríguez. Ha pertenecido a diferentes Consejos y publicado en diferentes revistas y periódicos de divulgación. Ha impartido cátedra en diferentes instituciones educativas.