12 de abril de 2021
Información No. 63
Monterrey, Nuevo León. Los laboratorios ciudadanos, en una primera labor en el tema de los cuidados, deben hacer un tránsito de esa naturalización de los cuidados, de darlos por hecho, a su visualización.
Alrededor de la palabra “cuidados”, giran otras también con gran poder como reciprocidad, acompañamiento, solidaridad, apoyo mutuo y atención a la dependencia.
Así lo manifestó hoy Lorena Ruiz, socióloga, investigadora y docente en su conferencia ¿De qué hablamos, cuando hablamos de cuidados?, que ofreció hoy como parte de las actividades del Lab Cultural Ciudadano, LABNL y transmitida por CONARTE a través de Facebook.
La noción de cuidado se ha vuelto clave para el análisis y la investigación, con perspectiva de género, de las políticas de protección y el bienestar social. Implica también, entre otras cosas un costo económico y ambiental, y del cuidado psicológico, que implica un vínculo afectivo, emotivo y sentimental.
“Ese primer ejercicio de poner abiertamente de manera explícita ese giro, la naturalización y su visualización, es importante; además es una responsabilidad política de los laboratorios ciudadanos y de cualquier persona como ciudadanos y de cualquier colectivo”, expuso Ruiz.
“Y que quiere decir no naturalizarlos y visibilizarlos, es decir, entre otras cosas, entenderlos como algo distribuido, no puede ser que tengamos un rol de quien cuida, esta idea de alguien que siempre sea la misma persona para hacer cierta labor, un mediador para los cuidados, creo que tenemos que transversalizarlos, como aquello que sostiene la vida y un laboratorio, es importante”, explicó.
“Las propias personas que participan en los laboratorios tienen una responsabilidad de cuidados. Creo que hay una labor de poner límites y de incorporar a las comunidades también al cuidado de lo común, creo que el cuidado articula lo común en todo, como ese vínculo entre laboratorio y su comunidad, que se hace cargo, que lo mantiene y lo cuida”, expresó.
Cuidado, afecto y afectaciones
“Esa idea de cómo nos afectan las cosas, cómo las recibimos, también está situada socioculturalmente, nuestras emociones no son ajenas al contexto sociocultural que vivimos, las interpretamos, nos las contamos y las contamos a los demás”, indicó Ruiz.
“En un espacio como un laboratorio ciudadano cómo me afectan las cosas o cómo afectan a otros, puede ser muy diferente, es un ejercicio de convivencia. Al final, lo que estamos haciendo es compartir un proyecto que tenemos en común y que nos vincula y ese cómo lo vivimos, y cómo nos afecta a cada uno surge en el mismo proceso en términos de conflicto y desencuentros, lleva al conflicto, a la tensión porque no vemos las cosas igual, ni las sentimos igual, porque lo que nos parece bien, a otros no les agrada”, explicó la investigadora.
“El cuidado lo que tiene que hacer es que el conflicto emerja. El objetivo no puede ser evitar el conflicto, no puede ser consensuar las formas de afección, entonces intentamos traducirlas a un referente de lo bueno, de lo más correcto, de lo más apropiado”, señaló.
En la práctica, abundó, conlleva mucho sufrimiento, mucho dolor, malestar y se cruza con la condiciones laborales y materiales. Lorena Ruiz es doctora en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Explora los ámbitos relacionados con la dimensión social de la salud desde la docencia universitaria y la investigación. Entre 2014 y 2018 fue mediadora cultural y responsable del Laboratorio de Innovación Ciudadana de Medialab Prado, donde aprendió sobre el papel de la mediación y la cultura colaborativa en la creación de comunidades de aprendizaje. A raíz de esta experiencia realiza en la actualidad formación y consultoría sobre laboratorios ciudadanos y procesos de cooperación público-social para diversas instituciones.
Video de la transmisión: